domingo, 22 de agosto de 2010

Evangelio segun el Espiritismo IV

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO


La vida futura. – La realeza de Jesús. – El punto de vista.

– Instrucciones de los Espíritus: Un reinado terrestre.

1. Pilatos, volviendo a entrar en el pretorio, y llamando a

Jesús dijo: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Jesús le respondió: Mi

reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo mi

pueblo habría combatido para impedir que cayese en manos de

los Judíos; pero mi reino no es de aquí. Entonces Pilatos le dice:

Luego ¿eres rey? Respondió Jesús: Vos habéis dicho que soy rey,

pero yo no he nacido, ni he venido a este mundo sino para dar

testimonio a la verdad; todo aquel que es amante de la verdad,

escucha mi voz. (San Juan, cap. XVIII, v. 33, 36, 37).

LA VIDA FUTURA

2. Con estas palabras Jesús designa claramente la vida futura,

que presenta en todas las circunstancias, como el término hacia

donde tiende la Humanidad, y como debe ser el objeto de las

principales preocupaciones del hombre sobre la Tierra; todas sus

máximas se dirigen a este gran principio. En efecto, sin la vida

futura, la mayor parte de sus preceptos de moral no tendrían ninguna

razón de ser; por esto aquellos que no creen en la vida futura,

imaginando que sólo habla de la vida presente, no los comprenden

o los encuentran pueriles.

Este dogma puede ser considerado como eje de la enseñanza

de Cristo; por eso está colocado como uno de los primeros en esta

obra, porque debe ser el blanco de todos los hombres; sólo él puedejustificar las anomalías de la vida terrestre y concordar con la


justicia de Dios.

3. Los Judíos sólo tenían ideas muy inciertas en cuanto a

la vida futura; creían en los ángeles, a quienes consideraban

como los seres privilegiados de la Creación, pero no sabían que

los hombres pudieran ser un día ángeles y participar de su

felicidad. Según ellos, la observancia de las leyes de Dios era

recompensada con los bienes de la Tierra, con la supremacía de

su nación y las victorias alcanzadas sobre sus enemigos; las

calamidades públicas y las derrotas eran el castigo de su

desobediencia. Moisés no podía decir otra cosa a un pueblo

pastor e ignorante que debía conmoverse, ante todo, por las

cosas de este mundo. Más tarde vino Jesús a revelarles que hay

otro mundo donde la justicia de Dios sigue su curso; éste es el

mundo que promete a los que observan los mandamientos de

Dios, y donde los buenos encontrarán su recompensa; ese mundo

es su reino; allí es donde está en toda su gloria y a donde

regresará al dejar la Tierra.

Sin embargo, Jesús, conformando su enseñanza al estado de

los hombres de la época, no creyó deber darles una luz completa

que les hubiera deslumbrado sin iluminarles, porque no la habrían

comprendido; de cierto modo se limitó a anunciar en principio la

vida futura como una ley natural a la cual nadie puede escapar.

Todo cristiano cree, pues, forzosamente, en la vida futura; pero la

idea que muchos hacen de ella es vaga, incompleta y por lo mismo

falsa en varios puntos; para un gran número, sólo es una creencia

sin certeza absoluta; de ahí se siguen las dudas y la misma

incredulidad.

El Espiritismo vino a completar en este punto como en

muchos otros, la enseñanza de Cristo, cuando los hombres estaban

maduros para comprender la verdad. Con el Espiritismo, la vida

futura ya no es un simple artículo de fe, una hipótesis; es una

realidad material demostrada por los hechos, porque son testigos

oculares los que vienen a describirla en todas sus fases y con todas

sus peripecias, de tal modo que no sólo no es posible la duda, sino

que la inteligencia más vulgar puede hacerse una idea de suverdadero aspecto, como si se imaginase un país
 
del cual se leyó


una descripción detallada. Ahora, esta descripción de la vida futura

es tan circunstanciada, y las condiciones de existencia feliz o infeliz

de los que se encuentran en ella son tan racionales, que podemos

decir, a pesar de eso, que no puede ser de otra forma, y que está

allá la verdadera justicia de Dios.

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