ALIANZA DE LA CIENCIA Y LA RELIGIÓN:
8. La Ciencia y la Religión son las dos palancas de la
inteligencia humana; la una revela las leyes del mundo material, la
otra las leyes del mundo moral; pero teniendo las unas y las otras
el mismo principio que es Dios, no pueden contradecirse, si una es
la negación de la otra, una necesariamente está errada y la otra no,
porque Dios no puede querer destruir su propia obra. La
incompatibilidad que se creía ver entre estos dos órdenes de ideas,
se debe a una falta de observación y al sobrado exclusivismo de
una y otra parte; de esto se ha seguido un conflicto, de donde
nacieron la incredulidad y la intolerancia.
Han llegado los tiempos en que las enseñanzas de Cristo
deben recibir su complemento, en que el velo lanzado a propósito
sobre algunas partes de esta enseñanza, debe ser levantado; en que
la Ciencia, dejando de ser exclusivamente materialista, debe
enterarse del elemento espiritual; y en que la Religión, cesando de
menospreciar las leyes orgánicas e inmutables de la materia,
apoyándose la una en la otra y marchando estas dos fuerzas de
acuerdo, se presten mutuo apoyo. Entonces la Religión no siendo
ya desmentida por la Ciencia, adquirirá una fuerza inquebrantable,
porque estará de acuerdo con la razón y no se le podrá oponer la
irresistible lógica de los hechos.
La Ciencia y la Religión no pudieron entenderse hasta hoy,
porque, examinando cada una las cosas bajo su punto de vista
exclusivo, se rechazaban mutuamente. Era necesario algo para
llenar el vacío que las separaba, un lazo de unión que las
aproximase; ese lazo de unión está en el conocimiento de las leyes
que rigen el mundo espiritual y sus relaciones con el mundo
corporal, leyes tan inmutables como las que rigen el movimiento
de los astros y la existencia de los seres. Una vez constatadas esas
relaciones por la experiencia, se ha hecho una nueva luz: la fe se
dirigió a la razón, la razón no encontró nada de ilógico en la fe y el
materialismo fue vencido. Pero en esto, como en todas las cosas,
hay personas que se quedan rezagadas, hasta que son arrastradas
por el movimiento general que las aplastará, si quisieren resistir,
en vez de entregarse a él. Es toda una revolución moral que se
opera en estos momentos y trabaja a los espíritus; después de
haberse elaborado durante más de dieciocho siglos, se aproxima a
su cumplimiento y va a marcar una nueva era en la Humanidad.
Las consecuencias de esta revolución son fáciles de prever; debe
traer, en las relaciones sociales, inevitables modificaciones y no
está en el poder de nadie el oponerse a ellas, porque están en los
designios de Dios y son consecuencia de la ley del progreso, que
es una ley de Dios.
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