sábado, 4 de septiembre de 2010

MUNDOS SUPERIORES Y MUNDOS INFERIORES



8. La calificación de mundos inferiores y mundos superiores

es más bien relativa que absoluta, porque un mundo es inferior

o superior con relación a los que están encima o debajo de él en la

escala progresiva.

Tomando la Tierra como punto de comparación, se puede

formar una idea del estado de un mundo inferior, suponiendo al

hombre en el grado de las razas salvajes o de las naciones bárbaras

que aún se encuentran en su superficie y que son restos de su estado

primitivo. En los mundos más atrasados los seres que los habitan

son de algún modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero

sin ninguna belleza; sus instintos no están templados por ningún

sentimiento de delicadeza o de benevolencia, ni por nociones de

lo justo o injusto; la única ley es allí la fuerza brutal. Sin industria

y sin invenciones, emplean su vida en conquistar su alimentación.

Sin embargo, Dios no abandona a ninguna de sus criaturas: en el

fondo de las tinieblas de la inteligencia, yace latente la vaga

intuición de un Ser Supremo, más o menos desarrollada. Este instinto

basta para hacer que unos sean superiores a otros, preparando

su eclosión para una vida más completa; porque éstos no son

seres degradados sino niños que crecen.

Entre estos grados inferiores y los más elevados, hay

innumerables escalones, y entre los Espíritus puros,

desmaterializados y resplandecientes de gloria, con dificultad se

reconocen aquellos que animaron a esos seres primitivos, de la

misma manera que en el hombre adulto es difícil reconocer el

embrión.

9. En los mundos llegados ya al grado superior, las

condiciones de la vida moral y material son muy diferentes que las

de la Tierra. La forma del cuerpo es siempre, como por todas partes,

la forma humana, pero embellecida, perfeccionada y sobre todo,

purificada. El cuerpo allí nada tiene de la materialidad terrestre y

por consiguiente no está sujeto, ni a las necesidades ni a las

enfermedades, ni a los deterioros que engendra el predominio de

la materia; los sentidos, más delicados, tienen percepciones que lo

grosero de los órganos sofoca en este mundo; la ligereza específica

de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil: en vez de

arrastrarse penosamente por el suelo, se deslizan, por decirlo así,

por la superficie, o se suspenden en la atmósfera sin otro esfuerzo

que el de su voluntad, así como se pintan los ángeles y como los

antiguos representaban a los manes en los Campos Elíseos. Los

hombres conservan a voluntad los rasgos de sus emigraciones

pasadas y aparecen a sus amigos tal como les conocieron, pero

iluminados por una luz divina, transfigurados por las impresiones

interiores, que son siempre elevadas. En vez de rostros deslucidos,

demacrados por los sufrimientos y por las pasiones, la inteligencia

y la vida irradian con ese esplendor que los pintores han traducido

por diadema o aureola de los santos.

La poca resistencia que ofrece la materia a los Espíritus ya

muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea más

rápido y la infancia corta o casi nula; la vida, exenta de inquietudes

y de angustias, es proporcionalmente mucho más larga que en la

Tierra. En principio la longevidad es proporcional al grado de

adelantamiento de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los

horrores de la descomposición; lejos de ser un motivo de espanto,
es considerada como una transformación feliz, porque la duda sobre


el porvenir no existe. Durante la vida, no estando el alma encerrada

en una materia compacta, irradia y goza de una lucidez

que la coloca en un estado casi permanente de emancipación, y

permite la libre transmisión del pensamiento.

10. En esos mundos felices, las relaciones de pueblo a pueblo,

siempre amigables, nunca se turban por la ambición de dominar a

su vecino, ni por la guerra consecuencia de aquella. Allí no hay ni

señores, ni esclavos, ni privilegios de nacimiento; sólo la

superioridad moral e inteligente establece la diferencia de las

condiciones y de la supremacía, La autoridad es siempre respetada,

porque sólo se da al mérito y porque siempre se ejerce con justicia.

El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí

mismo, perfeccionándose. Su objetivo es alcanzar el rango de los

Espíritus puros, y este deseo incesante no es un tormento sino una

noble ambición que le hace estudiar con ardor para llegar a

igualarles. Todos los sentimientos tiernos y elevados de la

naturaleza humana se encuentran allí aumentados y purificados;

los odios, los celos mezquinos y las bajas codicias de la envidia

son desconocidos; un lazo de amor y de fraternidad reúne a todos

los hombres, y los más fuertes ayudan a los más débiles. Poseen

más o menos según lo que han adquirido por su inteligencia, pero

nadie sufre por falta de lo necesario, porque nadie está allí por

expiación; en una palabra, el mal no existe.

11. En vuestro mundo tenéis necesidad del mal para sentir el

bien, de la noche para admirar la luz, de la enfermedad para apreciar

la salud; en los mundos superiores, esos contrastes no son necesarios;

la eterna luz, la eterna belleza, la eterna serenidad del alma, proporcionan

una eterna alegría que no es turbada ni por las angustias de la vida

material, ni por el contacto de los malos que no tienen entrada. Esto es

lo que el espíritu humano tiene más dificultad en comprender, pues,

siendo ingenioso para pintar los tormentos del infierno, nunca pudo

representarse los goces del cielo. Y eso, ¿por qué será? Porque siendo

inferior sólo soportó penas y miserias, y no entrevió los esplendores

celestes; sólo puede hablar de lo que conoce; pero, a medida que se

eleva y se depura, el horizonte se ilumina, y comprende el bien que

tiene ante sí, como comprendió el mal que dejó atrás.

12. Sin embargo, estos mundos afortunados no son mundos

privilegiados, porque Dios no tiene parcialidades para ninguno de

sus hijos; da a todos los mismos derechos y las mismas facilidades

para alcanzarlos; a todos hace partir de un mismo punto, y no dota

a unos más que a otros; las primeras posiciones son accesibles a

todos: a ellos corresponde conquistarlas por medio del trabajo,

alcanzarlas lo más rápido posible, o arrastrarse durante siglos y

siglos en las clases bajas de la Humanidad. (Resumen de la

enseñanza de todos los Espíritus superiores).

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